Ayer me monté en el metro a eso de las 8 a.m., y como suele suceder, aun a esa hora, habia mucha gente y no me dió chance de sentarme.
Asi que con resignación me acomodé con mi esposito cerca de los asientos, y veniamos conversando de las cosas más diversas.
Cuando llegamos a la estación Los Dos Caminos, se desocupó un puesto justo detrás de mi, y cuando estaba reaccionando para sentarme, apareció de la nada este señor, de edad avanzada, corriendo, empujando mujeres, niños y hasta viejitos, solo para aposentar su trasero en el asiento.
Mi esposito inocentemente me preguntó que porque no me habia sentado, y yo haciendo pucheros le dije: "No me dió chance, porque el viejito me empujó". A el la cosa le pareció super graciosa, asi que pasó un buen rato riendose de mi...
Asi que no me quedo de otra que llegar hasta la estación Bellas Artes, parada y haciendo pucheros... al menos el señor no se me quedo viendo con cara de triunfo.
Metrocuentos III
Publicadas por alex@ a la/s 8:41 a. m. Etiquetas: metro, metrocuentos miércoles, noviembre 23, 2005
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